Descubriendo Teotihuacán, tierra de dioses

 

Ciudad del sol, o donde los hombres se convierten en Dioses son las dos acepciones con las que se conoce a una de las mayores ciudades prehispánicas de Mesoamérica, cultura centroamericana. Situada al noreste del valle de México, en pleno corazón de Teotihuacán y San Martín de las Pirámides a solo 78 kilómetros de la Ciudad de México es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1987 por su trascendencia cultural, arquitectónica y religiosa por lo que turistas de todas partes del mundo se acercan para descubrirlas.

A medida que uno se acerca al destino se vislumbra a distancia a la deslumbrante pirámide del sol, una gigantesca obra de 63 metros de altura y 225 metros de base que sostienen los cinco cuerpos superpuestos. En 1971 se encontró un túnel bajo la pirámide, cuyo acceso se encuentra frente a la plataforma adosada. Los primeros investigadores supusieron que se trataba de una caverna natural que fue empleada con propósitos rituales, lo que explicaría la construcción del monumento sobre ella. Sugiyama y su equipo han demostrado que fue cavada completamente por humanos. La estructura del túnel recuerda a las tumbas subterráneas de Occidente pues el acceso se lleva a cabo a través de un tiro de 6.5 metros. La cavidad se prolonga hacia el este por aproximadamente 97 metros, al final del túnel―que prácticamente coincide con el centro del edificio― se encuentra una cámara de cuatro lóbulos que, de acuerdo con la hipótesis de Sugiyama, pudo contener una tumba real.

El palacio de Quetzalpapálotl cuya traducción a nuestra lengua es “mariposa de plumas”, fue vivienda de la élite teotihuacana. Se cree que fue la residencia de los principales sacerdotes de Teotihuacán. El palacio de Quetzalpapálotl se localiza en el ángulo suroeste de la plaza de la Luna, detrás de la estructura 5 de este conjunto. Para acceder a su interior hay que subir una escalinata custodiada por unos jaguares. Desde la plataforma sobre la que se encuentra el edificio es posible descender al patio central del palacio. Este espacio está rodeado por pórticos que enmarcan los accesos a las cámaras interiores del palacio. Las columnas de piedra están talladas profusamente con representaciones de mariposas y plumas de quetzal, de ahí el nombre del palacio. En el tiempo que estuvo en funciones esta edificación, los relieves en las columnas fueron policromados. Los muros interiores estuvieron decorados con motivos relacionados con el culto a la divinidad del agua. Una de las subestructuras de este edificio es el patio de los Jaguares. Los muros de esta sección están decorados con escenas que representan a jaguares que portan penachos de plumas de quetzal y, frente a ellos, representaciones de caracoles marinos y corazones humanos.

El misticismo permanece innato en cada uno de los rincones de Teotihuacán, lo que transforma a este sitio como uno de los más destacados dentro del turismo en Mexico ya que cuenta la leyenda que fue aquí donde donde los dioses habrían nacido. En este lugar donde el Sol y la Luna se elevaron hacia el cielo, como testimonian las dos pirámides que les consagraron. No es asombroso que todas las civilizaciones de la meseta mexicana dijeran descender de la civilización de Teotihuacán. El sitio es grandioso y tan imponente que parece realmente haber sido construido por dioses.

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